Piensa en el largo camino de regreso.
¿Tendríamos que habernos quedado
en casa pensando en este lugar?
¿Dónde estaríamos ahora?

Elizabeth Bishop

miércoles, 17 de junio de 2020

+21. Bove

(silencio)


***

Decía Beckett que Bove era el mayor de los autores desconocidos franceses. Me sorprende, en Mis amigos, lo moderno de su escritura. La búsqueda de un amigo, de un amor, de un gesto de cariño y reconocimiento y hogar, de algo que lo saque de la habitación de su pensión y le haga sentir en el mundo, que le sacuda la soledad y la pobreza y la invisibilidad a la que parece destinado, su mirada que describe aquello que ve sin apenas adjetivos, una mirada desnuda que busca y anhela, una vida humilde y angustiosa que cree atraerá a los demás con su figura triste.


El aire batía las puertas sin cerradura. Mis pies se deslizaban por el embaldosado de cristal, como si estuviera en un bosque de abetos. Había carteles pegados sobre los cristales mojados de un quiosco. Las corrientes de aire impedían a la gente abrir los periódicos. Detrás de las taquillas, había luz, a pesar de ser de día. Los empleados del ferrocarril tenían un aire familiar con los policías municipales.
Nadie se fijaba en mí. Estaba triste. Y me esforzaba por seguir estándolo. Quería que los viajeros sintiesen remordimientos, al partir, que pensasen en mí, mientras rodaban hacia otros países.
Iba caminando con la cabeza baja y, cuando tropezaba con alguna bella mujer, la miraba con melancolía, para conmoverla. Imaginaba que así adivinaría mi necesidad de amor.
Emmanuel Bove. Mis amigos. Traducción Manuel Arranz Lázaro. Editorial Pre-Textos.

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