Piensa en el largo camino de regreso.
¿Tendríamos que habernos quedado
en casa pensando en este lugar?
¿Dónde estaríamos ahora?

Elizabeth Bishop
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lunes, 2 de diciembre de 2024

Los lunes de Anay. Olmas...






"Esta frágil belleza no durará",
Dice la tierra seca a la gota de agua.

                                                    JOSÉ EMILIO PACHECO

PIEL DE TORTUGA

De nuevo te sorprendo con el arco
listo para la acción más ofensiva.
Después de tanta sangre en tanto ataque,
el tiempo me ha ofrecido su coraza.
De nuevo arrojas afiladas flechas,
pero esta vez se estrellan contra una
dura piel de tortuga. Y no me hieren.

                                                       AMALIA BAUTISTA




Feliz lunes.

Un beso,

Anay

lunes, 4 de noviembre de 2024

Los lunes de Anay. Sin título

"en este instante por el mundo"

                                               JULIETA VALERO


EL DOLOR

El dolor no humaniza, no ennoblece,
no nos hace mejores ni nos salva,
nada lo justifica ni lo anula.
El dolor no perdona ni inmuniza,
no fortalece o dulcifica el alma,
no crea nada y nada lo destruye.
El dolor siempre existe y siempre vuelve,
ninguno de sus actos es el último
y todos pueden ser definitivos.
El dolor más horrible siempre puede
ser más intenso aún y ser eterno.
Siempre va acompañado por el miedo
y los dos se alimentan uno a otro.

                                                   AMALIA BAUTISTA




Feliz lunes.

Un beso,

Anay

lunes, 5 de febrero de 2024

Los lunes de Anay. Actitud...

Es un momento apenas. El sol en la copa de un roble aún joven, encendiendo las ramas donde hace unas semanas hojas secas. Estoy en una parada de autobús, cercado por el estruendo del tráfico y la agitación en las aceras alrededor, a la espera. 
Esta noche soñé con mi padre, otra vez. Tenía mi edad actual. Aún era un hombre robusto, sin arrugas, con sus manos de carpintero encallecidas. No dijo ni hizo nada, mi padre, en el sueño. Sólo sonreír con aquella expresión socarrona y de niñez tras alguna pillería. En estos sueños donde silencio y miradas reencuentro a mi padre con diferentes edades, en sus distintos cuerpos de árbol —el gigante espigado, el carpintero de manos seguras, el hombre tembloroso, atemorizado y rabioso de sus últimos meses que se relataba su propia vida en un bucle que finalizó una tarde de septiembre—. El sueño de hoy alumbra el recuerdo de mi padre en una cocina gallega, con el humo del sempiterno caldo a fuego lento en torno a nosotros, escuchando a su madre hablar de cuántos años tardó en destetarlo. Mi padre miraba hacia el techo —perpetuando ese recuerdo—, y sonreía en paz. 
Esa luz efímera sobre el roble ilumina ausencias y apaga el ruido circundante.


Los lunes de Anay. Actitud…

"Métete en mis asuntos"

                                   ANAY SALA


MATAR AL DRAGÓN

Ha llegado la hora de matar al dragón,
de acabar para siempre con el monstruo
de las fauces terribles y los ojos de fuego.
Hay que matar a este dragón y a todos
los que a su alrededor se reproducen.

Al dragón de la culpa y al dragón del espanto,
al del remordimiento estéril, al del odio,
al que devora siempre la esperanza,
al del miedo, al del frío, al de la angustia.
Hay que matar también al que nos tiene
aplastados de bruces contra el suelo,
inmóviles, cobardes, desarraigados, rotos.

Que la sangre de todos
inunde cada parte de esta casa
hasta que nos alcance la cintura.

Y cuando ese montón de monstruos sea
solo un montón de vísceras y ojos
abiertos al vacío, al fin podremos
trepar y encaramarnos sobre ellos,
llegar a las ventanas, abrirlas o romperlas,
dejar que entren la luz, la lluvia, el viento
y todo lo que estaba retenido
detrás de los cristales.

                                   AMALIA BAUTISTA




Feliz lunes.

Un beso,

Anay

viernes, 13 de abril de 2018

Amalia Bautista en Estoy ausente

Negra bilis

Hace meses que vivo rodeada
de una sustancia negra y pegajosa
que ha invadido mi casa. Las paredes,
el suelo, las ventanas y los muebles,
la comida, los libros y la ropa,
las teclas del ordenador, las plantas,
el teléfono… Todo está impregnado
de esta brea, la misma que respiro,
la que me está matando poco a poco.
Dicen que los dichosos y los necios
llaman melancolía a esta basura
que pudre el corazón y asfixia el alma.

***

El ángel perplejo

Nunca hubo dios, ni vírgenes, ni santos,
ni icono que proteja, ni oración que consuele;
ni salvación del alma o vida eterna;
ni mágicas palabras, ni bálsamo efectivo
contra el dolor que no remite nunca;
ni luz al otro lado de las sombras,
ni salida del túnel, ni esperanza.
Sólo nos acompaña en esta travesía
un ángel de la guarda perplejo que soporta
la misma vida perra que nosotros.

***

Cada día me digo, susurrando

Cada día me digo, susurrando,
mantén el equilibrio. Todo acecha,
todo asusta, tu vida entera pende
de un frágil hilo y de un azar injusto.
Tu voluntad no puede demasiado.
No pierdas pie. Mantén el equilibrio.

***

Luz de mediodía

Ni tu nombre ni el mío son gran cosa,
sólo unas cuantas letras, un dibujo
si los vemos escritos, un sonido
si alguien pronuncia juntas esas letras.

Por eso no comprendo muy bien lo que me pasa,
por qué tiemblo o me asombro,
por qué sonrío o me impaciento,
por qué hago tonterías o me pongo tan triste
si me salen al paso las letras de tu nombre.

Ni siquiera es preciso que te nombren a ti,
siempre nombran la luz del mediodía,
la fruta, el paraíso
antes de la expulsión.

***

Matar al dragón

Ha llegado la hora de matar al dragón,
de acabar para siempre con el monstruo
de las fauces terribles y los ojos de fuego.
Hay que matar a este dragón y a todos
los que a su alrededor se reproducen.

Al dragón de la culpa y al dragón del espanto,
al del remordimiento estéril, al del odio,
al que devora siempre la esperanza,
al del miedo, al del frío, al de la angustia.
Hay que matar también al que nos tiene
aplastados de bruces contra el suelo,
inmóviles, cobardes, desarraigados, rotos.

Que la sangre de todos
inunde cada parte de esta casa
hasta que nos alcance la cintura.
Y cuando ese montón de monstruos sea
sólo un montón de vísceras y ojos
abiertos al vacío, al fin podremos
trepar y encaramarnos sobre ellos,
llegar a las ventanas, abrirlas o romperlas,
dejar que entren la luz, la lluvia, el viento
y todo lo que estaba retenido
detrás de los cristales.
Amalia Bautista. Estoy ausente. Editorial Pre-Textos.