Piensa en el largo camino de regreso.
¿Tendríamos que habernos quedado
en casa pensando en este lugar?
¿Dónde estaríamos ahora?

Elizabeth Bishop

lunes, 30 de octubre de 2023

Los lunes de Anay. Libido...

Estoy sentado en el balcón, la espalda apoyada contra un pequeño armario, las piernas sobre las baldosas rojas. La maceta a mi lado sólo tiene tierra y piedras. A través de los barrotes blancos, la línea del atardecer en los tejados, una niña grita “¿hay alguien ahí?” y el camino de baldosas amarillas bajo el balcón. Las nubes pasan como nubes en el cielo. 
Se acerca a la ventana, da un par de golpes con los nudillos y nos miramos en silencio. Empaña el cristal con su aliento y escribe abre —a su edad, diez años, yo dibujaba asteriscos y mi nombre y corazones en los cristales empañados—. Espero unos segundos antes de abrir: su aliento sobre el cristal, abre desaparece letra a letra, su cara curiosa que me observa y su pregunta de por qué me gusta estar solo en los atardeceres.
Cuando se sienta a mi lado me cuenta que soñó que estaba soñando, que se despertaba del sueño dentro del sueño y sentía vértigo (las paredes se movían y parecían plegarse sobre su espalda), que quería despertarse porque sabía que aún estaba en un sueño pero que no podía desoñar
Asiento con un pequeño gesto. Le digo que me gustan las palabras que se inventa y que construya nuevos significados, que desoñar me recuerda a una madeja que se convierte en un hilo fino y largo.

—Tal vez la vida sea un sueño dentro de otro y nuestra imposibilidad de desoñar.

(04.09.2013)


Los lunes de Anay. Libido…

"y este blues largo
para decir tu nombre
como un trofeo"

                        SOLEDAD ÁLVAREZ


CHICO WRANGLER

Dulce corazón mío de súbito asaltado.
Todo por adorar más de lo permisible.
Todo porque un cigarro se asienta en una boca
y en sus jugosas sedas se humedece.
Porque una camiseta incitante señala,
de su pecho, el escudo durísimo,
y un vigoroso brazo de mínima manga sobresale.
Todo porque unas piernas, unas perfectas piernas,
dentro del más ceñido pantalón, frente a mí se separan.
Se separan.

                                                              ANA ROSSETTI

 



Feliz lunes.

Un beso,

Anay

lunes, 23 de octubre de 2023

Los lunes de Anay. Matriz...

Han pasado tres semanas desde la mudanza. Del caos inicial —un colchón, mochilas y maletas semiabiertas en el suelo, cajas de libros, cuadros, fotografías, cartas, relojes sin tiempo, piedras, dibujos, pequeños objetos capaces de llenar un gran espacio—  al comienzo de un orden y este sentimiento de hogar. Durante los últimos días, en los momentos de cansancio o desidia, abro las cajas y busco entre las estanterías un nuevo lugar a mis libros. Los libros pendientes a un lado, la poesía reunida en un par de baldas, las lecturas terminadas entre columnas y las cajas. Desembalar cajas de libros es un ejercicio de memoria y premonición. El futuro, la mirada despojada, el tiempo pasado. Hago y rehago el orden —las estanterías como dunas en movimiento—. Creo que fue en Chivite donde leí que habría que medir las bibliotecas no por la cantidad de libros, sino por el tiempo que representan —tiempo de escritura, de edición, de lectura—. Si sumase el tiempo en cada libro mi biblioteca alcanzaría tiempos prebíblicos. 
Ahora llueve, fuera de este ventanal inconmensurable. Entreabro un parte para dejar pasar el sonido de la lluvia. He de sentarme en una esquina de esta mesa para ver el paisaje completo: los árboles en las riberas del río, las chimeneas en los tejados de las casas en la otra orilla, el humo blanco de la fábrica blanca, el pequeño monte tras ella, todo el cielo. Hay tardes, junto a esta ventana, entre libros, silencios y nubes, donde me sorprende el encendido de las farolas. El cielo se mueve, muda la luz —entre las páginas, en mi mirada, sobre las copas de los árboles—, permanecen mis silencios. 


Los lunes de Anay. Matriz…

"los ama tanto
 los ama a todos"

                         ANA MARÍA RODAS


CUMPLEAÑOS SIN MEMORIA

Ya sin ninguna coquetería,
se ignora en el centro 
de la foto.
La que fuera bella entre las bellas,
no se mira al espejo
no sabe
que la peinan.

La que siempre dispuso
el fluir de las cosas.
La que reía,
la que cantaba.
La voz de la casa.
Voz perdida hoy
en los huecos de su memoria,
viva en la mía.

Ahí está, ausente
en el centro de la foto,
rodeada de sombras familiares.
Brillantes los ojos,
como brilla el olvido
contemplando
las velas encendidas
de la tarta.

                          ÁNGELES MORA




Feliz lunes.

Un beso,

Anay

lunes, 16 de octubre de 2023

Los lunes de Anay. Némesis...

Escribo a Anay: Me conmueve este lunes. Por el momento elegido. Porque leer en gallego es leer (en) mi infancia. Leo coitelo y vuelvo a aquellas cocinas gallegas donde se revivían viejas batallas y emboscadas y nos servían de refugio en las tardes de tormenta, bajo el crucifijo mudo, vuelvo a aquellas cocinas en las que, cada mañana, una olla en el fuego y en la noche las visitas de un loco bueno de ojos azules con su armónica, vuelvo a abrir al azar Follas novas, el único libro que he robado, y preguntar a mis padres o a mis tías el significado de las palabras desconocidas, vuelvo a un camino blanco tras una ventana enrejada, el silencio negro de mi abuela, el olor a café caldo ganado hierba tierra humo, los tañidos de las campanas entre el ruido de tractores y cigarras, vuelvo a aquella luz y aquellas voces que anticipaban los espacios hoy cerrados y ausentes.
Y elijo un poema de Rosalía de Castro para responder su lunes.

Bos amores

   Cal olido de rosas que sai d´antr´o o ramaxen
nunha mañán de maio, hai amores soaves
que n´inda vir se sinten, nin se ve cand´entraren
pola mimosa porta qu´o corazón lles abre
de seu, cal s´abre no agosto
a frol ó orballo da tarde.
   E sin romor nin queixa, nin choros, nin cantares,
brandos así e saudadoso, cal alentar dos ánxeles,
en nos encarnan puros, corren coa nosa sangre
i os ermos reverdecen do esprito onde moraren.
Busca estes amores… búscaos
si tes que chos poida dare;
qu´estes son soio os que duran
nesta vida de pasaxen.


Los lunes de Anay. Némesis…

Sócrates: entonces, ¿qué es el ser humano?
Alcíbiades: no sé qué contestar.

                                                 Platón, Alcíbiades.


-VI-

Eu matei o meu cabalo.

Chegamos xuntos á presa de Oirán,
pola negrura do monte
agabeamos.
Pasei as augas xeadas agarrada á sua crin,
Deume cobixo entre as suas patas
no alto de Oirán,
e alí
mireille prós ollos
e saqueille o meu coitelo.

Para que non me vira chorar.

                                                LUISA CASTRO



Feliz lunes.

Un beso,

Anay

lunes, 9 de octubre de 2023

Los lunes de Anay. Escondites...

Es la primera vez que me siento en esta mesa junto a la ventana a escribir una carta. Hace una semana
no había apenas muebles, sólo un colchón en el suelo, bolsas semicerradas, mochilas y cajas de libros. Se hacía difícil ubicarse en este desorden y sentir apego hacia una casa que estaba tan vacía como llena, que era espejismo e imaginación. Hoy, diez días después, empieza a haber un orden y crece, día a día, la sensación de hogar —el desorden aún anida, pausado, en la habitación pequeña. Estanterías vacías, una treintena de cajas de libros, bolsas con recuerdos, una butaca deshilachada por nuestras gatas—. Mientras preparaba la mudanza, me sorprendió la cantidad de objetos pequeños que guardamos, postales, retratos en sepia, piedras de nuestras playas recurrentes, de nuestros caminos recurrentes, colgantes, miniaturas de animales o robots de cine, hojas secas para marcapáginas, tres relojes parados en tres horas diferentes, pequeños altares. Lo minúsculo se hace visible.

Te escribo junto a un ventanal de cinco metros, sin persianas. Abarca la cocina y el salón. A veces bromeo y digo que vivimos en una casa sin paredes ni pasillos. Ha cambiado el paisaje, ahí fuera. O ha girado. Porque nos hemos movido apenas doscientos metros de nuestra antigua casa. Ahora el horizonte se ha agrandado y el cielo se ha abierto sobre los árboles junto al río y los tejados al otro lado del río. Nada nos tapa la mirada. En esta hora de la tarde, con esta luz de octubre, con esta pausada luz de otoño, elijo la silla esquinada que da hacia las sombras y la última luz del atardecer sobre unos modestos montes, en vez la que elijo en las últimas horas de la madrugada, cuando desayuno frente a mi reflejo incrustado en la noche, ahí fuera —tengo tres miradas posibles—.

Desde niño me han llamado las ventanas grandes. Me permiten mirar sin tiempo hasta que lo observado se desvanece por entero —como al repetir hasta el infinito la misma palabra hasta descubrir que ha perdido cualquier significado—. Elijo las cafeterías por sus ventanales —como aquella en un parque del norte argentino que daba a los cerros y veía, al atardecer, las hogueras de los vagabundos para pasar los noches de un agosto invernal—, elijo las ventanas de las cocinas: para escribir, como en la de mis padres, desde donde se escuchaba el fragor del parque de juegos y el brillo del sol sobre los ladrillos rojos del barrio; para esperar, como en la enrejada de mis abuelos, que daba a un camino blanco en el que aparecía mi padre con una cesta de mimbre y una caña de pescar, la camisa abierta, el cuerpo un árbol erguido.

—ahora, una pareja se ha detenido, a medio centenar de metros de estas nuevas casas, no todas ocupadas. Señalan esta ventana, imagino sorprendidos por su tamaño, por la ausencia de persianas. Soy quien mira y quien es observado, ahora—.


Leo, desde el inicio de esta mudanza, la trilogía Cegador de Cărtărescu donde Mircea escribe sobre mundos febriles, infinitos, oníricos y translucidos, sobre insectos, miradas vueltas hacia el centro del cerebro, la eterna pregunta de quién soy yo o qué es la existencia, junto a varias ventanas. Una de ellas es un tríptico, como la nuestra, pero a través de ella Mircea ve Bucarest y un mundo de estatuas. Yo veo, ahora, nubes delgadas, la línea de sombra que traza una frontera en una campa, los árboles junto al río, una bandada de gorriones, la luz de otoño.   

Intento guardar las emociones de estos primeros días, los cambios alrededor en esta construcción de un hogar. Dentro de unos años me sorprenderán los cambios en el paisaje de esta ventana, las transformaciones invisibles en nuestro hogar.


Los lunes de Anay. Escondites…

"como un poema enterado
 del silencio de las cosas
 hablas para no verme"

                                ALEJANDRA PIZARNIK


APRENDIZAJE

Un centenar de veces rebatido,
cercado, corregido, matizado,
advertido por sabios, castigado,
quemándome los ojos
entre esos tecnicismos
intraducibles, griegos, alemanes.
Y a pesar de esas cosas
todo lo que uno sabe
lo supo ya de niño.
Para entender
hace falta orinar en una esquina.
Hace falta quebrarse una muñeca.
Hace falta batirse con espadas de palo.
Hace falta haber roto un cristal a patadas.
Ya ves, al fin y al cabo
la infancia deja surcos
por los que transitar continuamente.
Y son los mismos surcos,
que se inundan a veces,
que se embarran a veces.

                                      MARIO CUENCA SANDOVAL



https://www.youtube.com/watch?v=oLF2AEXe190


Feliz lunes.

Un beso,

Anay

lunes, 2 de octubre de 2023

Los lunes de Anay. Bola 8...

¿Te acuerdas de mí?

                                SONJA AKESSON


LA HORA DE SORPRENDERSE OTRA VEZ

algunos se siguen sorprendiendo
de que el asesino sea un chico tranquilo
y elegante, de sonrisa amable,
que haya frecuentado la iglesia
y que, de estudiante, sacase casi siempre
sobresalientes
y destacara igualmente en los
deportes,
y que fuese respetuoso con los mayores,
adorado por las niñas
y las jóvenes,
y admirado por sus
compañeros.

"no puedo creer que haya sido él...".

se creen que un asesino ha
de ser feo, grosero, antipático,
que ha de mostrar indicios,
señales de ira y
locura.

a veces los que son así también
matan.

pero a un asesino en potencia
no se le descubre nunca
por su aspecto.

ni a un político, un cura o
un poeta.

o al perro
o la mujer
que menean
la cola.

el asesino puede estar en cualquier sitio
como tú
que ahora lees esto

pensando.

                                   CHARLES BUKOWSKI
                                   (Versión de Eduardo Moga)



Feliz lunes.

Un beso,

Anay