Piensa en el largo camino de regreso.
¿Tendríamos que habernos quedado
en casa pensando en este lugar?
¿Dónde estaríamos ahora?

Elizabeth Bishop
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lunes, 23 de junio de 2025

Los lunes de Anay. Hogueras...

Están construyendo una pira al otro lado del río. Apilaban palés y maderos en un orden perfecto, como un chozo palentino. En el suelo, una bruja sentada en una escoba que coronará la hoguera. De niño, los adolescentes de mi barrio buscaban troncos y ramas en los bosques cercanos. Llevaban hachas en sus manos. Entonces, sus figuras se acrecentaban. También había colchones y viejos muebles y juguetes rotos en unas hogueras que todavía humeaban al día siguiente. Eran construcciones caóticas, con salientes y sin figuras decorativas. A medianoche bebíamos naranjada con bizcochos sentados en la acera mientras nuestras madres hablaban entre ellas sin vigilarnos. No hacíamos rituales como saltar sobre el fuego, danzar a su alrededor, quemar papeles con nuestros miedos —eso llegaría más tarde, con e., en nuestros ritos domésticos para ver arder aquello que queríamos dejar atrás—. Nos acostábamos de madrugada, en una oscuridad resplandeciente de fuegos, y la piel nos olía a hoguera.

(Hoy, como cada atardecer, encenderé una vela por mi madre, por mis padres. hoy hace seis meses que falta y que nos sigue iluminando)


Los lunes de Anay. Hogueras…


Sant Joan 2025
"Hoy sí, Emily,
 hoy sí"

                            ÁNGELA SERNA


CONTIGO MISMA

Reencontrarse acaso
una vez ya perdida
en las sendas del bosque.
No hay lobo cruel,
Caperucita,
ni está mamá
para contarte el cuento
de las migas y los pájaros.
Tampoco el de los niños y las fresas.

Las fresas permanecen a salvo
entre las hojas de su mata,
si las dejas crecer.
Regando el corazón
que se te ofrece
puedes ser más feliz
que si lo arrancas.
Busca dentro de ti
las luces que más arden.

                                    ÁNGELES MORA



Feliz lunes.

Un beso,

Anay

lunes, 10 de junio de 2024

Los lunes de Anay. Amapolas...


"es la belleza sorpresiva,
 que no refleja el espejo"

                                      ÁNGELA GARCÍA


OCURRE

Ocurre
que un día voy amando sin ton ni son a todos.
Al vendedor,
al ciego (le compro una estampita),
a la señora gorda, al químico, al sastre,
a todos voy amando con un amor sin bordes,
un amor de Dios manso y justo, si lo hubiera.
Pero también ocurre
que el alma, madrugada,
es como un nervio expuesto a una tenaza.
Y hay escalones falsos
y el amigo que amamos rehúye la mirada.
Caminamos sombríos
sabiendo que el mesero escupe en nuestro plato,
que el profesor calumnia a su colega
y la enfermera
maldice al desahuciado y le sonríe.
Y ocurre
que un día me conmueve la llaga del mendigo,
y extiendo mi sonrisa como un tapete nuevo
para que todos pisen
y se limpien el barro de los pies maltratados,
y la muchacha baile su vals de dos centavos,
y el cartero sacuda sus zapatos deformes.

Ocurre
que al despertarme recuerdo un amigo
que murió hace ya tiempo,
o veo llorar a una mujer viajera
en el amanecer, ¡y es tan hermosa!
Y el amor se atropella, se amotina,
y voy amando a todos sin ton ni son, a todos.

                                                                    PIEDAD BONNETT




Feliz lunes.

Un beso,

Anay

lunes, 6 de febrero de 2023

Los lunes de Anay. Intangibles…


Apenas una sombra blanquinegra y escuálida la primera vez que la tuve entre mis brazos —los mocos secos en nariz y ojos—. Nos habían hablado de arenita en el refugio de gatos, la única de su camada en no tener un hogar para el invierno. La idea era que pasara con nosotros los meses más fríos mientras buscaban una adopción definitiva. En esos primeros días estuvo asustadiza. Se quedaba en una esquina, quieta, encogida, y observaba los gestos de nuestra gata. A veces se acercaba a ella y buscaba su aprobación. Estornudaba continuamente —aún hoy hay rastros de sus mocos en las paredes a una altura inesperada—. Para la primavera había engordado, dormía con nosotros —se estiraba bajo las mantas junto a e.—, jugaba con nuestra gata, escalaba las paredes para atrapar la luz de un espejo reflejada en ellas, aparecía al escuchar su nombre, luchamos contra pulgas y su enfermedad crónica y cada mañana de los últimos siete años entorpeció mi desayuno con sus gestos que pedían atención y mimos —subida a la encimera, apoyaba su cuerpo contra mi brazo y acercaba su mejilla a mi mano—. La adoptamos —nos decíamos que había un equilibrio de fuerzas en nuestro hogar, dos gatas y dos humanos—. Hubo momentos en los que me exasperó por su insistencia o por entrelazarse en mis piernas y hacerme tropezar o por sus uñas clavadas en mis rodillas antes de encontrar un hueco en mi regazo o su cara entre las páginas del libro y mi cara o sus patas escribiendo garabatos cuando saltaba sobre este teclado. Pero hoy, unos días después de su muerte, extraño todo eso, su bulto bajo las mantas, su cuerpo recogido en mis piernas mientras leía, su búsqueda obstinada, sus maullidos que asemejaban hipidos de chimpancé y que pedían abrir una puerta o dejarla salir a correr por el pasillo del edificio y tirarse en los felpudos de las casas con perros a los que luego escuchábamos contra nuestra puerta. Hay muchas clases de amor —y de hogar.


Los lunes de Anay. Intangibles…

"Mira el jilguero. No es nada:
 miedo y plumas.
 Sin embargo, escondido entre las ramas,
 puede hacer que cante un árbol."

                                                JOSÉ MATEOS


ESO ERA AMOR

Te veía
llegar,
cruzar la puerta,
darme un besazo en el morro,
mirarme a los ojos
de esa manera única,
como sólo tú miras
a los ojos: rompiendo
el calendario.

                    Te veía
hacer esas cosas sencillas
que tú haces
para que el mundo
entre en razón;

y no sabía
a quién
darle las gracias.

                         KARMELO C. IRIBARREN





Feliz lunes.

Un beso,

Anay