Piensa en el largo camino de regreso.
¿Tendríamos que habernos quedado
en casa pensando en este lugar?
¿Dónde estaríamos ahora?

Elizabeth Bishop

lunes, 23 de octubre de 2023

Los lunes de Anay. Matriz...

Han pasado tres semanas desde la mudanza. Del caos inicial —un colchón, mochilas y maletas semiabiertas en el suelo, cajas de libros, cuadros, fotografías, cartas, relojes sin tiempo, piedras, dibujos, pequeños objetos capaces de llenar un gran espacio—  al comienzo de un orden y este sentimiento de hogar. Durante los últimos días, en los momentos de cansancio o desidia, abro las cajas y busco entre las estanterías un nuevo lugar a mis libros. Los libros pendientes a un lado, la poesía reunida en un par de baldas, las lecturas terminadas entre columnas y las cajas. Desembalar cajas de libros es un ejercicio de memoria y premonición. El futuro, la mirada despojada, el tiempo pasado. Hago y rehago el orden —las estanterías como dunas en movimiento—. Creo que fue en Chivite donde leí que habría que medir las bibliotecas no por la cantidad de libros, sino por el tiempo que representan —tiempo de escritura, de edición, de lectura—. Si sumase el tiempo en cada libro mi biblioteca alcanzaría tiempos prebíblicos. 
Ahora llueve, fuera de este ventanal inconmensurable. Entreabro un parte para dejar pasar el sonido de la lluvia. He de sentarme en una esquina de esta mesa para ver el paisaje completo: los árboles en las riberas del río, las chimeneas en los tejados de las casas en la otra orilla, el humo blanco de la fábrica blanca, el pequeño monte tras ella, todo el cielo. Hay tardes, junto a esta ventana, entre libros, silencios y nubes, donde me sorprende el encendido de las farolas. El cielo se mueve, muda la luz —entre las páginas, en mi mirada, sobre las copas de los árboles—, permanecen mis silencios. 


Los lunes de Anay. Matriz…

"los ama tanto
 los ama a todos"

                         ANA MARÍA RODAS


CUMPLEAÑOS SIN MEMORIA

Ya sin ninguna coquetería,
se ignora en el centro 
de la foto.
La que fuera bella entre las bellas,
no se mira al espejo
no sabe
que la peinan.

La que siempre dispuso
el fluir de las cosas.
La que reía,
la que cantaba.
La voz de la casa.
Voz perdida hoy
en los huecos de su memoria,
viva en la mía.

Ahí está, ausente
en el centro de la foto,
rodeada de sombras familiares.
Brillantes los ojos,
como brilla el olvido
contemplando
las velas encendidas
de la tarta.

                          ÁNGELES MORA




Feliz lunes.

Un beso,

Anay

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