El cielo sin nubes.
La ausencia de viento.
Los barcos junto al muelle.
Y una pequeña cala.
Nos tumbamos al sol.
Y escuchamos los pasos de los peregrinos,
sus bastones y sus lenguas extranjeras.
Conocemos a un viejo artista francés.
Nos regala una postal.
Parece un gnomo con su barba blanca y su sombrero.
Soñamos con una vida en el fin de la tierra,
hacer abalorios o guiar a los peregrinos,
amanecer frente al océano,
tumbarnos desnudos en la arena,
andar entre las casas de piedra.
Días más tarde me desnudé en una playa.
E hicimos el amor.
Recuerdo cómo deseaba tu cuerpo, amor,
y recuerdo el camino blanco entre tu pecho,
y el viento y el rumor del mar.
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