Nos esperaba el mar y la niebla
al final del camino.
Nos metimos en el agua
y sentimos una pequeña victoria.
Luego, hablamos con dos alemanes
sobre viajes en tren y sueños.
Había un camino de baldosas entre la arena.
Ya no nos pesaban las mochilas.
Nos sentíamos cerca del fin del mundo.
Subimos hacia un faro
y la niebla se abrió en el cielo.
Sin la nada,
vimos la costa quebrada y las primeras luces
(como luciérnagas)
entre los montes.
El cero marcaba el final.
Y el faro estaba apagado.
Nos sentamos en la roca
y dejamos que el sol crepitase bajo el mar.
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