Las palabras de Buda
Todo el mundo está en llamas.
Lo visible
arde y el ojo en llamas interroga.
Arde el fuego del odio.
Arde la usura.
La pesadumbre es llama.
Y una hoguera es la angustia
en donde arden
todas las cosas:
Llama,
arden las
llamas,
fuego es el mundo.
Mundo y fuego
Mira
la hoja al
viento,
tan triste,
de la
hoguera.
Alta traición
No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques, desiertos, fortalezas,
una ciudad deshecha, gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.
Contra la Kodak
Cosa terrible es la fotografía.
Pensar que en estos objetos cuadrangulares
yace un instante de 1959.
Rostros que ya no son,
aire que ya no existe.
Porque el tiempo se venga
de quienes rompen el orden natural deteniéndolo,
las fotos se resquebrajan, amarillean.
No son la música del pasado:
son el estruendo
de las ruinas internas que se desploman.
No son el verso sino el crujido
de nuestra irremediable cacofonía.
Ciudad maya comida
por la selva
De la gran ciudad maya sobreviven
Arcos, desmanteladas construcciones, vencidas
por la ferocidad de la maleza.
En lo alto el cielo en que se ahogaron sus dioses.
Las ruinas tienen
el color de la tierra.
Parecen cuevas
ahondadas en montañas que ya no existen
De tanta vida que hubo aquí, de tanta
grandeza derrumbada, sólo perduran
las pasajeras flores que no cambian.
El fuego
En la madera que se resuelve en chispa y llamarada,
luego en silencio y
humo que se pierde,
miraste deshacerse
con sigiloso estruendo tu vida.
Y te preguntas si habrá dado calor,
si conoció alguna de las formas del fuego,
si llegó a arder e iluminar con su llama.
De otra manera todo habrá sido en vano.
Humo y ceniza no serán perdonados,
pues no triunfaron contra la oscuridad,
leña que arde en una estancia desierta
o en una cueva que sólo habitan los muertos.
En resumidas cuentas
¿En dónde está lo que pasó
y qué se hizo de tanta gente?
A medida que pasa el tiempo
vamos haciendo más desconocidos.
De los amores no quedó
ni una señal en la arboleda.
Y los amigos siempre se van.
Son viajeros en los andenes.
Aunque uno existe para los demás
(sin ellos es inexistente),
tan sólo cuenta con la soledad
para contarle todo y sacar cuentas.
Informe de Jonás
Intenté huir de Dios que me ordenaba
predicar contra Nínive.
Me embarqué rumbo a Tarsis.
Se desató la tempestad.
Fui arrojado
para aquietar las olas.
Me rodearon las aguas
hasta el alma.
Las algas se enredaron
en mi cabeza.
La tierra echó sobre
mí sus cerrojos.
Y me trago el gran pez
finalmente.
En el temible vientre de la ballena encontré
procesos digestivos, violencia pura, cardúmenes,
una teoría del estado moderno, una imagen
del desamparo humano, un retorno
al paraíso prenatal, irrigado
por el fluir de la corriente sanguínea.
Y en mi habitada soledad tuve tiempo
para reflexionar en la esperanza: algún día
¿nuestra vida ya no será, como la llamó Hobbes,
tan sólo breve, brutal
y siniestra?
Titánic
Nuestro barco ha encallado tantas veces
que no tenemos miedo de ir hasta el fondo.
Nos deja indiferentes la palabra catástrofe.
Reímos de quien presagia males mayores.
Navegantes fantasmas, continuamos
hacia el puerto espectral que retrocede.
El punto de partida ya se esfumó.
Sabemos hace mucho que no hay retorno posible.
Y si anclamos en medio de la nada
seremos devorados por los sargazos.
El único destino es seguir navegando
en paz y en calma hasta el siguiente naufragio.
Memoria
No tomes muy en serio
lo que te dice la memoria.
A lo mejor no hubo esa tarde.
Quizá todo fue autoengaño.
La gran pasión
sólo existió en tu deseo.
Quién te dice que no te está contando ficciones
para alargar la prórroga del fin
y sugerir que todo esto
tuvo al menos algún sentido.
José Emilio Pacheco.
En resumidas cuentas (Antología). Edición de Hernán Sánchez. Visor.
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