No sé cómo hablar de En
el corazón del corazón del país. A veces sucede. Que un libro ha llegado
tan profundo que no sabes qué decir sobre él. Cualquier palabra y cualquier
reseña se quedarían cortas ante lo leído, no mostrarían las diferentes
emociones que te han acompañado durante doscientas o trescientas páginas, la
tensión, el desconcierto, la tristeza, la aventura, el descubrimiento, la
ruindad, la ternura, la soledad o el frío, no expresarían con precisión la
iniciación de un muchacho en un paraje nevado, la muerte que deja atrás, la
muerte que tal vez le espere delante del camino, o las casas en ciudades del
medio oeste norteamericano, desde las que mirar y ser observado, casas habitadas por seres anodinos que
intentan salvaguardar los carámbanos en su entrada, hombres de miradas crueles,
mujeres que entrevén en los insectos muertos en el suelo de las habitaciones una
verdad o un poeta que capta las impresiones de aquello que le rodea, que lo une
a sus sentimientos, a su vida pasada, presente y futura.
El poso que me han dejado estas novelas cortas y relatos. Está
adentrarse en un nuevo territorio, donde las palabras (y el espacio que se
acrecienta entre ellas) se refieren a la fragilidad, la soledad y la observación,
donde se mezclan la tensión y la inestabilidad de la entrada al mundo adulto
con la turbación de una vida que se escapa entre las manos, seres deshabitados, desolados y faltos de amor.
Gass escribe la palabra precisa y no preciosa, enfrenta a sus personajes con el
paisaje, usa la nieve de manera inquietante, la blancura que esconde y ciega,
que entorpece y es refugio, que borra huellas y caminos y oculta algo terrible,
pone a sus personajes en un porche o en una ventana donde seguir la vida de los
otros y formular juicios de valores apoyados en una extraña ética, hace de esas
ventanas una frontera y de esos personajes algo inquietante.
Dos relatos, como ejemplo. La novela corta El chico de los Pedersen, un paisaje
nevado, la granja de los Segren, la aparición de un muchacho que habla de un
extraño en la casa de sus padres, el padre Segren y sus dos hijos que desandan
el camino del muchacho entre una blancura aterradora. Jorge Segren narra esa
aventura por el paisaje nevado, la idea del muchacho que deja en su casa, el
enigma del extraño al final del camino, el mismo camino que desaparece y el frío
que amenaza con congelar a los tres. Gass hace algo cercano al mito, a lo sacro
en esta novela, la iniciación, la prueba para entrar al mundo adulto, la sombra
delante del camino y dentro del muchacho. Espacia las palabras, el hueco entre
ellas que se agranda, las conversaciones que por momentos son secas y
violentas, la aventura en sí. El relato que da título al libro y que se aparta
ligeramente de esa precisión y violencia de los textos anteriores para dar la
palabra a un poeta que observa la vida cotidiana, alguien capaz de ver aquello
que permanece oculto o apenas entrevisto, de dar vida con su mirada a los seres
grises que los rodean, que deja constancia de la soledad de que existe en lo
más profundo del país, en lo más profundo del corazón del ser humano.
En el corazón del
corazón del país es excepcional, junto a Zuckerman encadenado y La voz
del amo, lo mejor que he leído en lo que va de año.
Billy Holsclaw vive solo –es imposible imaginar hasta qué
punto. En la oficina de correos acapara la conversación hablando sobre el
tiempo. Sacude la cabeza en un salvaje flujo de palabras, y yo interpreto esta
violencia como una medida de su ansia por hablar. Necesita un buen afeitado, su
rostro se ha cubierto de hollín, escupe al hablar y se pellizca nervioso los
harapos. Se tambalea a merced del viento cuando me voy, con una bolsa de papel
aplastada bajo el pliegue de su brazo y las hojas levantadas por el aire
pasando a su lado, y nuestro encuentro me lleva a tomar triste conciencia de la
poesía –donde no hay respuestas. Billy cierra su puerta y lleva carbón o leña
al fuego y cierra los ojos, y sencillamente no hay manera de saber hasta qué
punto está solo y vacío, o si se siente tan deshabitado y desolado y falto de
amor como el resto de nosotros –aquí, en el corazón del país.
William H. Gass. En
el corazón del corazón del país. Traducción de Rebeca García Nieto. La navaja
suiza editores.
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