Amanece y callo
Amanece
y callo;
callo todo miedo, callo cualquier
presagio,
busco un alba virgen de mí,
busco
el nacer de la luz,
no su alumbrarme.
Renuncia
La búsqueda no es un ir,
menos aún es
estar llegando;
es soportar
la ausencia de lo que buscamos:
dejarse encontrar
en la renuncia a lo esperado.
En la piel
A lo lejos, afuera,
cae
una lluvia
que tan
sólo huelo, una lluvia
que aún
no ha llegado.
Aquí
en la piel, como en una página
en blanco,
espero que el agua, la lluvia,
lo que vive
y tiembla,
me sea alguna vez revelado.
Quiebre
En el fracaso de la búsqueda
se
revela lo que nos encuentra:
lo que pide ser acogido
en el vacío de lo que nos fue arrancado.
Todo
Anochece rojo brasas,
anochece
y pasa el
viento,
pasa sobre el llano
que se abre noche,
que se
despliega vientos.
Todo cabe en las manos vacías
y ese
vacío es el don
y ese don es también todo.
Sosiego
Otra vez el fin de un día,
su ocaso y su sombra,
la noche y un nuevo sueño.
La soledad del camino es el camino
y el viento,
el que borra los pasos,
es su horizonte.
Abrir las manos
Conocernos es una entrega,
no un
saberse,
es soltarnos
y descubrir que no nos hundimos,
que estuvimos siempre
sostenidos.
Más hondo
Hay vidas
en las que el alma
se abre
más hondo
que donde esas vidas laten,
se abre como un relámpago
sin cielo ni trueno,
como
una herida sin pecho
o un
abismo
donde la belleza es alba.
Hugo Mújica. Y siempre después el viento. Visor libros.
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