Cada cierto tiempo entro en una librería de segunda mano
y compruebo si se han llevado Los perros
de Tesalónica de Kjell Askildsen. Hace meses que lo veo entre novelas de
Atwood o Auster que cambian entre una visita y la siguiente. Askildsen es la
palabra justa, es la distancia entre los amantes y la confrontación entre
padres e hijos, es la vejez como un lugar lóbrego y el mundo algo peligroso.
Hojeo libros amarillentos, encuentro otras huellas, una
lista de palabras en una novela de Bioy Casares (bosta, inquina, hermenéutica),
firmas y fechas que me llevan a un punto pasado de mi vida. Una vez encontré
fotos en blanco y negro entre las páginas de un libro, un hombre pequeño y con
bigote y la mirada cansada. Me recordó un gesto de Tarkovski. A veces me llevo
libros como forma de rescate, un símbolo en una página, una dedicatoria que
habla de habitar montes de Venus, una postal con la palabra abrazo escrita en
verde, un billete de avión, los libros como objetos y resistencia.
Entro en un café con libros de Carey e Isherwood. Fuera,
un vagabundo da paseos cortos. Elige una recta en la acera, la sigue durante un
par metros y da la vuelta. Lleva el pantalón roto, un gorro de lana gris, la
barba le llega a mitad del pecho. Mientras pasea mueve la boca y agita su mano
derecha. No levanta la mirada del suelo. Parece enfadado, la mano derecha
arriba y abajo, el gesto severo, las palabras mudas contra un enemigo invisible
o contra sí mismo. En el libro de Carey el narrador asegura tener ciento
treinta y nueve años. Miro al vagabundo y pienso que, tal vez, él será capaz de
superarlo si no sale de su línea recta.
Salgo a la calle e imagino otra ciudad. Intento alejarme
de los edificios acristalados y las avenidas en sombra y pienso en un pequeño
poblado de adobe y arena y el desierto en los límites de las casas, rodadas de
carros, cielo amarillo y viento rojizo, un mundo fuera del tiempo.
Me pregunto si volveré a ver el libro de Askildsen en las
estanterías de la librería. Es un faro. Su ausencia, haber encontrado alguien
afín en esta ciudad.
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