empieza en un punto
de su juventud
y habla de un camino de polvo blanco
de muchachos con sueños inexplorados
y chicas que sentían la promesa de la tierra
ellos vestidos con su único traje
ellas de falda larga y jersey gris
dice que los muchachos pagaban la bebida
coñac y anís
y las muchachas las galletas
dice que se gastaban dos o tres pesetas
e ainda sobraba
entonces abre un paréntesis
que lo lleva a esta misma mañana
la tristeza de no poder desenroscar la cafetera
por el temblor en sus manos
el batallón de pastillas con el café
el beso con el que se despide de mi madre antes del paseo
y al instante otro paréntesis más
cuarenta años atrás
cuando vivía solo
y levantaba edificios con sus manos
lejos de su pueblo
en sus recuerdos no hay muertos
las muchachas siguen bailando con mirada confiada
y los muchachos sienten nostalgia y miedo por el futuro que
les aguarda
es su vida presentándose ante él
una y otra y otra vez
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