a) Estamos en Brno en abril de 1945, es decir, las tropas
rusas luchan contra los últimos y desesperados soldados alemanes atrincherados
en una ciudad de edificios en ruinas y donde sus habitantes usan la estación de
tren para sus mercadeos, joyas y jarrones se cambian por comida, el orden de
los factores cambiado tras la guerra. Es en la estación donde, por un lado
Kosta y Kuba se conocen e inician una búsqueda surrealista de Mr. Penicilin, un
americano que lleva consigo un fabuloso medicamento, y, por otro, en un camino
que irá siempre paralelo al de los dos amigos, Jindřich, un muchacho judío, se encuentra con una gitana
que le habla del tiempo cero, un tiempo detenido donde se decide el futuro del
mundo. Jindřich ha sobrevivido
al exterminio escondido en una granja fuera de la ciudad. Regresa a la Brno de
su infancia y adolescencia sin saber qué encontrar, sus padres muertos, la
ciudad derruida, la única compañía de una gata habladora como guía en ese
tiempo cero de la gitana.
b) No sólo hay un tiempo cero y un americano, Mr. Penicilin,
con una nueva y milagrosa medicina, también una funámbula que ha decidido ser
ciega porque ha perdido todo aquello que amaba en la guerra y recorre el cielo
de Brno, un grupo de actores que recitan textos cómicos de casa en casa, un
mundo subterráneo, soldados rusos que reclutan civiles como enterradores y
arrastran los cuerpos muertos de las calles en pleno combate hasta los parques
donde les dan sepultura, un muerto que vuelve a la vida,una boda entre gentes
del circo o una frontera real (un muro extraño y elástico) que separa el centro
de Brno, donde el tiempo cero habita y decide qué hacer con el mundo, del resto
de la ciudad.
c) Los capítulos alternan la búsqueda de Kosta y Kuba con
las andanzas de Jindřich
por el tiempo cero, y en cada capítulo el narrador cambia de una tercera
persona que narra desde una distancia omnisciente a una primera en la que uno
de los personajes habla de su deambular por la ciudad en ruinas y su búsqueda
homérica o se pregunta por su misión dentro del tiempo cero, si todo lo que sucede
es parte de un sueño o, por el contrario, la realidad pura, cada personaje que
habla confuso por aquello que ve y vive.
d) Como en En mitad de
la noche un canto, Kratochvil mezcla con habilidad y humor realidad y
fantasía, mueve a sus personajes por la ciudad de Brno en una búsqueda
quimérica, pasa de un narrador en tercera persona a varios en primera, crea un
puñado de escenas memorables donde la magia, el horror y la extrañeza entran en
lo cotidiano para subvertirlo y elige un momento histórico concreto, en este
caso el final de la Segunda Guerra Mundial en Europa, y reflexiona sobre ese
tiempo tras el conflicto donde todo está por definir, la política, la economía,
la sociedad en sí, el regreso a la vida de los supervivientes y el asentamiento
de lo cotidiano. Kratochvil se mueve entre Hrabal y Kafka, entre lo tierno y lo
surrealista.
Por favor, concédame aún un momento, le pidió. No nos queda
mucho tiempo. En realidad, hasta mañana por la noche. Le contaré todo lo que
puedo contarle. Pero lo más importante depende de usted. Yo solo soy su hada
madrina, que ha ido a buscarle para avisarle de lo que le espera.
Vaya, ¡un hada madrina! ¡Cómo no se nos había ocurrido
antes! Así que Jindřich
se encontraba ahora a punto de empezar algo… Bueno, pues otra vez… ¿No sería
todo esto solo una especie de decorado dispuesto con la única intención de
confundirlo, algo que recubriría con unos cuantos velos a aquel con quien de
verdad tenía que encontrarse? Ya no estaba seguro de cuál era la identidad de
aquella mujer. ¿Estaría alguien jugando con él? y, en tal caso, ¿se trataría de
un juego bueno o malo?
Entonces intentó explicarle lo que era el tiempo cero.
Este solo ha aparecido en la historia en contadas ocasiones.
Pero ha aparecido ahora, al final de esta guerra, durante la extinción de ese
obsceno imperio teutónico, con sus hornos de cremación, frente a los cuales las
antiguas epidemias de peste son un paseo de niños. Después de todo esto llega
el tiempo cero (leche negra de la madrugada, la bebemos al atardecer), este
tiempo mínimamente detenido, en el que nada, ni grande ni pequeño, está aún
decidido.
Con lo grande se refería al fluir de la historia, esa roca
que nunca deja de rodar y que, solo mañana por la tarde, en realidad mañana por
la noche (¿de verdad solo entonces?) descubriremos dónde cae. Solo entonces se
verá, se decidirá, cómo será este mundo de la posguerra para el tiempo
venidero. (…)
Pero no se levante aún. Todavía no he terminado. Debería ponerle
al tanto al menos de lo más básico. El mundo no es ni será nunca justo. Esto por
lo que acabamos de pasar es una prueba más de que es cruel y está lleno de
odio. Y no existe ni la más mínima esperanza de que pueda ser distinto en su
esencia. Pero el mal solo se puede realizar con la ocasional asistencia del
bien. Necesita tener al bien a su lado, haciendo de contrincante, de contraste,
de pantalla de proyección. El mal desaparecería sin la existencia del bien. Aunque
también es cierto que el bien está aquí solo con permiso del mal. Sin embargo,
eso puede considerarse hasta cierto punto una victoria del bien, porque, de ese
modo la aguja de la balanza se inclina hacia el lado del mal, su platillo nunca
desciende, nunca llega hasta abajo. Pero ni esto nos sale gratis. El mal
necesita su contraste, pero no es capaz de crearlo de su propia esencia. Somos nosotros
los que tenemos que esforzarnos en hacerlo, depende única y exclusivamente de
nosotros.
Jiří
Kratochvil. Buenas noches, dulces sueños. traducción de Elena Buixaderas. Impedimenta
editorial.
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