Piensa en el largo camino de regreso.
¿Tendríamos que habernos quedado
en casa pensando en este lugar?
¿Dónde estaríamos ahora?

Elizabeth Bishop

miércoles, 11 de octubre de 2017

Buenas noches, dulces sueños. Jiří Kratochvil

a) Estamos en Brno en abril de 1945, es decir, las tropas rusas luchan contra los últimos y desesperados soldados alemanes atrincherados en una ciudad de edificios en ruinas y donde sus habitantes usan la estación de tren para sus mercadeos, joyas y jarrones se cambian por comida, el orden de los factores cambiado tras la guerra. Es en la estación donde, por un lado Kosta y Kuba se conocen e inician una búsqueda surrealista de Mr. Penicilin, un americano que lleva consigo un fabuloso medicamento, y, por otro, en un camino que irá siempre paralelo al de los dos amigos, Jindřich, un muchacho judío, se encuentra con una gitana que le habla del tiempo cero, un tiempo detenido donde se decide el futuro del mundo. Jindřich ha sobrevivido al exterminio escondido en una granja fuera de la ciudad. Regresa a la Brno de su infancia y adolescencia sin saber qué encontrar, sus padres muertos, la ciudad derruida, la única compañía de una gata habladora como guía en ese tiempo cero de la gitana.

b) No sólo hay un tiempo cero y un americano, Mr. Penicilin, con una nueva y milagrosa medicina, también una funámbula que ha decidido ser ciega porque ha perdido todo aquello que amaba en la guerra y recorre el cielo de Brno, un grupo de actores que recitan textos cómicos de casa en casa, un mundo subterráneo, soldados rusos que reclutan civiles como enterradores y arrastran los cuerpos muertos de las calles en pleno combate hasta los parques donde les dan sepultura, un muerto que vuelve a la vida,una boda entre gentes del circo o una frontera real (un muro extraño y elástico) que separa el centro de Brno, donde el tiempo cero habita y decide qué hacer con el mundo, del resto de la ciudad.

c) Los capítulos alternan la búsqueda de Kosta y Kuba con las andanzas de Jindřich por el tiempo cero, y en cada capítulo el narrador cambia de una tercera persona que narra desde una distancia omnisciente a una primera en la que uno de los personajes habla de su deambular por la ciudad en ruinas y su búsqueda homérica o se pregunta por su misión dentro del tiempo cero, si todo lo que sucede es parte de un sueño o, por el contrario, la realidad pura, cada personaje que habla confuso por aquello que ve y vive.

d) Como en En mitad de la noche un canto, Kratochvil mezcla con habilidad y humor realidad y fantasía, mueve a sus personajes por la ciudad de Brno en una búsqueda quimérica, pasa de un narrador en tercera persona a varios en primera, crea un puñado de escenas memorables donde la magia, el horror y la extrañeza entran en lo cotidiano para subvertirlo y elige un momento histórico concreto, en este caso el final de la Segunda Guerra Mundial en Europa, y reflexiona sobre ese tiempo tras el conflicto donde todo está por definir, la política, la economía, la sociedad en sí, el regreso a la vida de los supervivientes y el asentamiento de lo cotidiano. Kratochvil se mueve entre Hrabal y Kafka, entre lo tierno y lo surrealista.









Por favor, concédame aún un momento, le pidió. No nos queda mucho tiempo. En realidad, hasta mañana por la noche. Le contaré todo lo que puedo contarle. Pero lo más importante depende de usted. Yo solo soy su hada madrina, que ha ido a buscarle para avisarle de lo que le espera.
Vaya, ¡un hada madrina! ¡Cómo no se nos había ocurrido antes! Así que Jindřich se encontraba ahora a punto de empezar algo… Bueno, pues otra vez… ¿No sería todo esto solo una especie de decorado dispuesto con la única intención de confundirlo, algo que recubriría con unos cuantos velos a aquel con quien de verdad tenía que encontrarse? Ya no estaba seguro de cuál era la identidad de aquella mujer. ¿Estaría alguien jugando con él? y, en tal caso, ¿se trataría de un juego bueno o malo?
Entonces intentó explicarle lo que era el tiempo cero.
Este solo ha aparecido en la historia en contadas ocasiones. Pero ha aparecido ahora, al final de esta guerra, durante la extinción de ese obsceno imperio teutónico, con sus hornos de cremación, frente a los cuales las antiguas epidemias de peste son un paseo de niños. Después de todo esto llega el tiempo cero (leche negra de la madrugada, la bebemos al atardecer), este tiempo mínimamente detenido, en el que nada, ni grande ni pequeño, está aún decidido.
Con lo grande se refería al fluir de la historia, esa roca que nunca deja de rodar y que, solo mañana por la tarde, en realidad mañana por la noche (¿de verdad solo entonces?) descubriremos dónde cae. Solo entonces se verá, se decidirá, cómo será este mundo de la posguerra para el tiempo venidero. (…)
Pero no se levante aún. Todavía no he terminado. Debería ponerle al tanto al menos de lo más básico. El mundo no es ni será nunca justo. Esto por lo que acabamos de pasar es una prueba más de que es cruel y está lleno de odio. Y no existe ni la más mínima esperanza de que pueda ser distinto en su esencia. Pero el mal solo se puede realizar con la ocasional asistencia del bien. Necesita tener al bien a su lado, haciendo de contrincante, de contraste, de pantalla de proyección. El mal desaparecería sin la existencia del bien. Aunque también es cierto que el bien está aquí solo con permiso del mal. Sin embargo, eso puede considerarse hasta cierto punto una victoria del bien, porque, de ese modo la aguja de la balanza se inclina hacia el lado del mal, su platillo nunca desciende, nunca llega hasta abajo. Pero ni esto nos sale gratis. El mal necesita su contraste, pero no es capaz de crearlo de su propia esencia. Somos nosotros los que tenemos que esforzarnos en hacerlo, depende única y exclusivamente de nosotros.
Jiří Kratochvil. Buenas noches, dulces sueños. traducción de Elena Buixaderas. Impedimenta editorial.

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