Piensa en el largo camino de regreso.
¿Tendríamos que habernos quedado
en casa pensando en este lugar?
¿Dónde estaríamos ahora?

Elizabeth Bishop

lunes, 11 de septiembre de 2023

Los lunes de Anay. Imponderables...

Esta mañana, el inicio del otoño en las primeras hojas secas sobre el camino del monte. Conozco cada recoveco de este camino, lo hago una vez a la semana, al menos. Lo veo cambiar a lo largo del año, la oscuridad, ahora, mientras quedan hojas en los árboles, la claridad gris y desnuda del invierno; el crujido de los pasos sobre las hojas rojizas del otoño que se convertirán en una masa cenicienta para la primavera; los árboles inclinados junto al camino, donde cuervos, pájaros carpinteros y, alguna vez, ardillas; la llave dorada y oxidada clavada en uno de los troncos, como símbolo de admisión y acogida; los repechos donde descansar y las fuentes naturales de las que sale un agua rojiza, mineral; las sendas que atajan hacia la cumbre y me hacen sentir en un mundo solitario y primigenio. Hace un par de otoños recogí docenas de hojas secas de roble que dejé en invierno entre papeles de periódico y que ahora me sirven de marcapáginas y de pasado. Hoy, al final del camino, un ruido extraño me hizo volverme —la lluvia sobre la copa de los árboles. 

*

Sigo anotando en el móvil aquello que capto durante el reparto. 
Una niña le escribe a una amiga recién mudada que la echa de menos, un niño le cuenta sus días de playa a otro amigo, los nietos escriben con su caligrafía primera y a lápiz cuánto quieren a sus abuelos. Hoy sólo los niños escriben postales. 
Empieza a firmar en el certificado, un hombre de manos y letra temblorosa. Se detiene y me dice que no sabe cómo continuar, parado como el reloj a su espalda, siempre a las diez menos veinte. 
Encuentro una flor en la puerta de m. Murió hace un par de semanas. Tenía mi edad. Hace un año me dijo que había encontrado la figura de un elefante blanco entre los contenedores de la basura, que se lo llevó a casa y le empezaron a ocurrir cosas malas —se le caían cosas en la cabeza, perdió la prestación por un error, no veía a su hija—. Dejó el elefante en un pequeño parque junto a su casa. Hay que alejarse de las malas energías, me decía mientras me enseñaba el elefante blanco entre los arbustos. 
Pero la mejor imagen de este verano fue un viernes, en el parque donde poemas bajo la lluvia, años atrás. Un hombre hacía pompas gigantes junto al puesto de helados. Los niños gritan y saltan y ven elevarse las pompas entre los árboles. Un niño mayor explota las pompas con su dedo índice, como si tuviera el poder de explotar planetas. Hay adultos alrededor y todos sonríen. Y la niña más pequeña del grupo, apenas acaba de empezar a andar, ajena a las pompas, recolecta hojas secas del suelo que luego da, por orden, a su abuelo, a su madre, a su abuela. 

2023.09.03


Los lunes de Anay. Imponderables…


"Soñar despiertos siempre" 

                                       EDUARDO GARCÍA

                                                       
AMOR AMOR

El Mar
juega con la Botella
la desnuda
la enreda entre sus patas azules
le da vueltas

Trepa
las porosas rodillas de la playa
la mece
la ensucia
enrosca
- desenrosca-
salta al cuello
la bebe

El mar
brinda con la botella
le perturba
le entierra
desentierra

¡La Botella y el Mar!
Yo te recuerdo.

                             ANA MARÍA IZA





Feliz lunes.

Un beso,

Anay

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