Piensa en el largo camino de regreso.
¿Tendríamos que habernos quedado
en casa pensando en este lugar?
¿Dónde estaríamos ahora?

Elizabeth Bishop

lunes, 8 de enero de 2024

Los lunes de Anay. Neones...

Ayer fue un día extraño. Todos los dos de enero lo son, supongo. Hacía viento, mucho viento, rachas de más de cien kilómetros hora que habían tumbado árboles y hecho volar macetas y sábanas sobre las aceras durante la noche. Apenas había gente en la calle, los portales estaban ensuciados con serpentinas, confeti y estrellas de plástico de la celebración de Nochevieja —o salían despedidos hacia el cielo por los remolinos de viento— y los vecinos me recibían en pijama, con voz apagada y cansada. Sólo la gente mayor, la que me abre cada día el portal o con la que me cruzo en el reparto camino de las compras, se paraba a hablar conmigo y me felicitaba el año nuevo. Una mujer, en la cola de la panadería, decía que este sería un buen año porque sumaba ocho, y ocho, tumbado, es el símbolo del infinito. Otra no se fiaba de los años bisiestos. Siempre pasan cosas malas, decía, en 1912 se hundió el Titanic, decía. Hay algo bipolar en estas fechas, creo. Los contenedores cargados y rodeados de cajas de cartón la mañana de navidad, el agotamiento y hartazgo de ayer, toda esa mirada hacia un año como si se alcanzara a distinguir el futuro cercano y comprendiéramos nuestros más íntimos deseos. Y yo sólo podía pensar en doblar una esquina sin que me detuviera el viento en seco.
(03.01.2024)


Los lunes de Anay. Neones…

"este brillo convulso,
 para mí es dolor"

                         LUISA CASTRO

QUÉ TAL

Nos preguntan qué tal
y decimos muy bien,
y no es verdad.

Todo bien, todo bien, bastante bien,
gracias, ¿y tú?
Hasta el día en que todo se derrumba.

Nos venimos abajo sonriendo.

Nadie dice lo que le está pasando
porque nadie lo sabe.

No lo cuenta al amigo ni al amante
porque no se lo dice ni siquiera a sí mismo.

Somos lo que callamos.

Somos lo que nos duele
y no nos atrevemos a decirnos.

Conócete a ti mismo, dijeron los antiguos.
Los modernos huimos de esta ingrata tarea.

Morimos sonriendo.

Estamos bien. Estamos
siempre mejor que nunca.

                                         JUAN VICENTE PIQUERAS



Feliz lunes.

Un beso,

Anay

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