Piensa en el largo camino de regreso.
¿Tendríamos que habernos quedado
en casa pensando en este lugar?
¿Dónde estaríamos ahora?

Elizabeth Bishop

lunes, 8 de mayo de 2023

Los lunes de Anay. Ensanche...


En la foto, mi madre acaricia a nuestra gata Maritoñi, acostada en su regazo. Una semana atrás se despidió de mi padre, sedado en la cama de hospital —cincuenta años juntos en las caricias y el beso y las lágrimas de mi madre en la mejilla de mi padre, en las últimas palabras que no podían abarcar el tiempo y el mundo creado entre los dos—. Nos sorprendió la cercanía de nuestra gata, siempre escondida cuando hay visitas en casa, sobre todo si son niños inquietos que quieren atraparla para jugar con ella. Se arrimó a las piernas de mi madre, nuestra gata, y se tumbó en su regazo tras saltar sobre el sofá. Mi madre sonreía y acariciaba a Maritoñi, y en esa sonrisa de labios cerrados y ojos húmedos, en esa mano sobre la cabeza de nuestra gata, la congoja y la añoranza y la vulnerabilidad de mi madre —una sonrisa de luto—. 
Hablo cada día con aita, me dijo una vez mi madre por teléfono, y le cuento cómo estáis —yo, desde hace veinte meses, enciendo una vela al atardecer junto a una foto de mi padre, las postales que me escribió, un puñado de su tierra gallega, y le digo que lo extraño o que todo está bien o que un vecino se ha acordado de sus bromas—. En los últimos años, mi madre ha perdido a sus hermanos y a su marido. Y no puedo llegar a imaginar esa pérdida y tantas ausencias.
De todas las fotos que he tomado en los últimos años, fotos de caminos y bosques y calles de Bilbao y pequeñas escenas cotidianas, ésta en la que mi madre sonríe triste tal vez sea mi favorita. Como aquellos retratos de mi padre en sus últimos meses, veo la niña que fue y la fragilidad del tiempo que ha pasado y sólo pienso en cómo me gustaría cobijarla y contenerla en los pliegues de mi pecho.


Los lunes de Anay. Ensanches…

"desnudo y renovado,
tu joven e indeciso corazón"

                                        ÁLVARO SALVADOR



Tú que entraste en mi vida
como una golondrina en una clase
de latín y desbarataste, luminosa
de risas y no sé, mi sangre sistemática.

Tú que has puesto a mi siempre
la música de fondo de tus inexplicables
pestañas, tus t'estimo, tu olor y tus arrugas.

Tú que te vas tan sola, algunos días,
cada vez más pequeña, más pequeña,
por la lluvia que cae (algunos días)
dentro de mí.
                   Tú que eres
ya más que yo mismo.
                                Tú que tienes
costumbres de cerezo.

                                                 MIGUEL D'ORS





Feliz lunes.

Un beso,

Anay


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