Piensa en el largo camino de regreso.
¿Tendríamos que habernos quedado
en casa pensando en este lugar?
¿Dónde estaríamos ahora?

Elizabeth Bishop

lunes, 20 de febrero de 2023

Los lunes de Anay. Sondas...


(morriña e saudade) Los atardeceres alargados del verano, cuando los insectos volaban sobre los campos de trigo y olía a hierba seca y los tañidos de las campanas indicaban el final de un mundo; las líneas blanquecinas de los últimos rayos de sol antes de los puntos verdes de las luciérnagas entre las casas abandonadas, antes de las noches donde velar a los muertos entre el arrullo de los adultos, el aporreo de las cuentas de un rosario y la hilaridad en nuestras miradas de niños frente al silencio último, antes del regreso a casa con un haz de linterna sobre el camino blanco y la silueta opaca de los árboles, cuando nos llegaba el retumbo del río tras la mudez de los tractores y volvíamos a sentir en nuestra piel los juegos en el agua y se encendían las primeras bombillas en las entradas de las casas —pequeñas hogueras en la oscuridad más allá de los montes negros y los sueños negros— y nos sentíamos como estelas de humo en las chimeneas de los tejados, antes de que alguien llamara a nuestra puerta y se sentara en la cocina y tocara su armónica y hablara de verbenas y amores con chicas de piel blanca y ojos azules y sonriéramos porque eran sueños de un loco, porque eran nuestros sueños.

(17.06.2014)



Los lunes de Anay. Sondas…


“el mar que se resiste al adjetivo"

                                                VICENTE GALLEGO


EL MAR DE HOMERO...

El mar de Homero ríe para ti,
que te acodas desnuda en la baranda
en busca de aire fresco, con la copa
de néctar en la mano, mientras vienen
y van los invitados por la fiesta
que has dado en el palacio de tu padre.
El aire puro inunda tus pulmones
y el néctar se te sube a la cabeza.
Llega entonces el hombre de tu vida
a la terraza. Es una hermosa mezcla
de fortaleza y de sabiduría.
Ulises es su nombre. Tú no ignoras 
que pasará de largo. Ya soñaste
su desdén tantas veces... Pese a todo,
el brillo de tus ojos insinúa:
"No me canso de verte". Y tus oídos
reclaman: "Háblame, dame palabras
para vivir". Y con el sexo dices:
"Dueño mío, haz de mí lo que te plazca".
Todo es entrega en ti, dulce Nausícaa.
Pero el está aburrido de la fiesta,
perdido en el recuerdo de su patria,
y no se fija en ti, ni en ese cuerpo
de diosa acribillado de mensajes
que nunca llegarán a su destino.

                                               LUIS ALBERTO DE CUENCA






Feliz lunes.

Un beso,

Anay

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