Piensa en el largo camino de regreso.
¿Tendríamos que habernos quedado
en casa pensando en este lugar?
¿Dónde estaríamos ahora?

Elizabeth Bishop

lunes, 27 de febrero de 2023

Los lunes de Anay. La primera vez...

De niño, en las mañanas del invierno, dibujaba corazones estrellas asteriscos mi nombre en la ventana empañada de la cocina antes de ir al colegio —he escrito este recuerdo una y otra vez—. La calle se desfiguraba al otro lado de la ventana y los ladrillos rojos de las fachadas y el parque de juegos y las farolas y el caserío donde comprábamos leche recién ordeñada se transformaban en líneas y colores difusos. Había una luz gris y compacta en esas mañanas. Al volver de clase, si acercaba mi cara y despedía un poco de vaho de mi boca, los dibujos volvían como apariciones fantasmales —y surgían surcos por donde se habían encauzado las gotas de los corazones estrellas asteriscos mi nombre—. 
Recuerdo hundir mis pies en mi primera nieve, que había ocultado aceras y carreteras y había tomado la forma de los tejados y los árboles, emblanqueciéndolos. Caminé por el parque de juegos, una pisada lenta tras otra, y al llegar a casa vi mi rastro desaparecer desde la ventana de la cocina. 
Hace años, ýb me confesó que nunca había visto nevar. No supe describirle la lentitud de una nevada, su leve electricidad o cómo la nieve, si caía de manera continuada,  encendía la noche. Sólo pude hablarle de un agosto que fue invierno —he escrito sobre este agosto invernal una y otra vez—, de mis trazos de niño sobre una ventana empañada —que aún hoy esbozo porque aún hoy soy aquel niño—, de la luz gris y compacta del invierno y del frío —de este frío de norte y costa— no sólo como una sensación asombrosa y favorable, también como reminiscencia.

Esta mañana apenas unos copos de nieve entre el cielo gris, los tejados y los árboles —y en mi ropa de cartero y en el carro de reparto—. Como en cada nevada, por sencilla y corta que sea, me he notado sonreír, triste y alegre, por todos estos recuerdos de rastros y tiempos que desaparecen en ventanas y nieve —por otros fríos.



Los lunes de Anay. La primera vez…

“Llevo tragando piedras algunos minutos”

                                                              LORETO SESMA


PEQUEÑA METAFÍSICA

Es duro
cuando a una le lanzan a la cara
el primer mundo.
Yo lo miraba pasar tras el cristal,
sin tocarlo,
como enseñan a los chicos
debe hacerse con las cosas de los grandes.

Y él se levantó
y me arrancó mi telescopio de papel:
“No se puede fumar.
—me dijo en dos idiomas—
En mi país está prohibido.”

Descubrí que aunque viajábamos juntos,
él estaba en Francia
y yo en el autobús.

Y comprendí entonces
los cuentos que se inventan a los pequeños,
porque aquel mundo siguió enterito
y fui yo la que me rompí.

                                     MILENA RODRIGUEZ






Feliz lunes.

Un beso,

Anay

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