Un domingo de abril
por la mañana
Para Luis García
Montero
Allí estaba yo,
un domingo de abril por la mañana,
en un bar de la Gran Vía,
con un café y un libro
—que
no me hizo falta ni tocar—
sobre la mesa,
abstraído
en la contemplación
del pequeño ajetreo
con el que se ponía otra vez
la vida en marcha,
viviendo
un momento cotidiano
pero único,
de
esos
que pasan siempre desapercibidos
y que luego al recordarlos
resulta que eran la felicidad.
***
Un poco antes del
último recodo
Para Juan Manuel
Villalba y Rosa Bullejos
No es lo habitual
pero a veces
sucede
que una mujer y un hombre
acaban encontrándose
al final del camino,
un poco antes
del último recodo.
Ya no hay herida que les sea ajena
ni decepción
que pueda sorprenderles:
no perderán el tiempo equivocándose.
***
Para seguir adelante
La algarabía
de los pájaros en primavera,
o la niebla
emborronando el mar de otoño,
o el sonido de la lluvia,
desde la cama, en invierno,
o los atardeceres infinitos
de verano.
Que no me falten.
Y sobre todo, tú
—al
despertar, cada mañana, al lado—
en todas las estaciones,
esperándome
para empezar a vivir.
***
El mendigo filósofo
Desde un banco del parque,
junto a su hacienda
—un
coche de bebé lleno de cachivaches—
cada mañana observa nuestra prisa
con un rictus de extrañeza en el rostro.
Se diría que ya estuvo allí
—el
lugar hacia el que nos dirigimos—
y que
al no encontrar nada interesante
no
entiende ahora nuestro desmedido afán.
Luego
se levanta y se pierde
entre
las calles, sin prisa, a su ritmo,
en
dirección contraria al mundo.
***
Un gesto
Cada noche,
juntos antes de dormirse,
su mano busca la de ella bajo las sábanas,
y la aprieta —suavemente— unos segundos.
Es un gesto
que ha adquirido estos últimos meses,
y al que prefiere no dar
mucha importancia.
Pero sabe que la tiene.
Karmelo C. Iribarren.
Un lugar difícil. Visor.
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