Hace una semana del apagón. Fue un momento extraño. Las puertas abiertas de los portales dejaban ver la oscuridad interior, los vecinos en corros cada vez más amplios intentaban averiguar qué estaba ocurriendo, el silencio de los móviles y las sirenas de los bomberos y la lentitud precavida de los conductores. Todos en la calle, un sentimiento de urgencia de quien se sentía frágil y o de lentitud aquellos que se tomaron el apagón como una oportunidad de estar sentado en un banco al sol. Es sencillo hablar de vulnerabilidad, dependencia y efecto dominó.
Leo, en las últimas semanas, a Gustavo Faverón Patriau. Vivir abajo y Minimosca. Libros febriles, laberínticos, desmedidos donde cárceles subterráneas, manicomios, cementerios, dictaduras americanas, donde artistas que quieren matar el arte y poetas que andan por encima de un abismo y hombres y mujeres agotados o enfebrecidos. Libros que inventan mundos dentro de éste que subvierten el orden que conocemos, en el que estamos acomodamos. Como decía aquella canción, todo a punto de alterarse siempre a todo momento. Sólo queda descubrir nuestra máscara en esas situaciones.
Combino los dos últimos lunes de Anay, el del día del apagón que no pude compartir, y este primer lunes de mayo. Hay un hilo que los une. La sangre, las sombras de huellas pretéritas, el dolor, aquello que permanece entre las ruinas, los lenguajes y los tiempos que nos habitan. A veces hay que tirar del hilo, tensarlo, sin romperlo, hacia su inicio.
Los lunes de Anay. Ascendentes…
"Recuerda que detrás de los escombros
siempre quedan semillas"
GABRIEL CHÁVEZ CASAZOLA
EL CANTO VIEJO DE LA SANGRE
Yo no mamé la lengua castellana
cuando llegué al mundo.
Mi lengua nació entre árboles
y tiene sabor de tierra;
la lengua de mis abuelos es mi casa.
Y uso esta lengua que no es mía,
lo hago como quien usa una llave nueva
y abre otra puerta y entra a otro mundo
donde las palabras tienen otra voz
y otro modo de sentir la tierra.
Esta lengua es el recuerdo de un dolor
y la hablo sin temor ni vergüenza
porque fue comprada
con la sangre de mis ancestros.
HUMBERTO AK’ABAL
Feliz lunes.
Un beso,
Anay
Los lunes de Anay. Ecos…
"Y no se detendrá ni cuando mueras"
ROBERTO JUARROZ
PRIMER RECUERDO
Hace mucho tiempo, fui herida. Viví
para vengarme
de mi padre, no
por lo que él fue
sino por lo que fue de mí: desde el principio,
desde niña, creí
que el dolor quería decir
que no me amaban.
Que amaba, quería decir.
LOUISE GLÜCK
(versión de Abraham Gragera)
Feliz lunes.
Un beso,
Anay
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