Piensa en el largo camino de regreso.
¿Tendríamos que habernos quedado
en casa pensando en este lugar?
¿Dónde estaríamos ahora?

Elizabeth Bishop

viernes, 1 de diciembre de 2017

Batallas de amor. Grace Paley



Grace Paley centra su primer libro de relatos en un puñado de mujeres y hombres de la década de los cincuenta e intenta mostrar sus vidas, sus pequeños deseos y soledades, su forma de enfrentarse al amor y entre ellos. Y lo hace con humor, ironía y tristeza. Hombres que abandonan a sus mujeres tras regalarles un plumero, muchachas que coquetean con el mundo adulto y entran en él a ciegas y con estruendo, mujeres que se convierten en amantes de sus ex maridos. Paley retrata una época, los años posteriores a la segunda guerra mundial, y muestra su parte oculta y subterránea, la otra cara del amor, el papel de las mujeres en una sociedad cerrada, la presencia constante del sexo (excitante o prohibido), el mundo de los adolescentes, la vida en un barrio de Nueva York y su voz que va del ruso al yiddish.

Los relatos de Batallas de amor tienen algo enigmático. Funcionan como acercamiento a una vida invisible, a aquello que nos impulsa y nos define, a la fuerza, amargura y sabiduría de las mujeres de sus relatos, la sensación de pérdida y juego de los hombres y el punto de unión entre ellos que se convierte en lucha, malentendidos, un juego de ruleta rusa y un intento último de comprensión. El humor que destilan algunos de estos relatos es descarnado y, por momentos, hilarante. Paley perfila personajes vulnerables que buscan al otro o persiguen un sueño que sólo les llevará a una soledad y amargura futura.

En un par de relatos, Paley habla del mundo adolescente, ese momento donde una muchacha abandona la infancia y se inicia en territorio desconocido. En La voz más fuerte, una muchacha judía es la narradora de una obra navideña por su gran voz, un acercamiento a otra cultura que escandaliza a su entorno y pone en entredicho la educación que recibe. En Mujeres y niñas, una chica intenta robar el novio a su tía, se acerca a él, descubre las primeras caricias y los primeros besos, un pie en la infancia y otro en la edad adulta. En Un diámetro inalterable, el narrador, un hombre mayor, tranquilo y vago, acabará unido a una muchacha de buena familia y sabrá que en pocos años se convertirán en extraños el uno para el otro.

Hay un relato que me entusiasma dentro de Batallas de amor. Un motivo para vivir. Una mujer describe el abandono de su marido, su vida en un gran edificio donde se mezclan razas y culturas, su intento por salir adelante y buscar ayuda en los servicios sociales, su relación con el hijo de una vecina, un viejo amigo de la infancia. En esas páginas Paley pasa de la tristeza a la ternura y la lujuria, muestra las incoherencias de su narradora, su fortaleza y debilidad, su placer y sus miedos, su vida doméstica con su marido, dispuesto a romper su familia y, sobre todo, su sueño de que vuelva a su vida aun sabiendo el daño que le producirá.

Batallas de amor es un primer acercamiento a la escritura sencilla, enigmática y enérgica de Paley.









Pero una noche, después de un largo jueves que los críos se pasaron tratando de romperme los tímpanos, después de una interminable tarde lluviosa en la que mientras los chicos se pegaban continuamente las niñas parecían dispuestas a recurrir a los tribunales para que dictaminaran a cuál de las dos pertenecía Melinda Lee, la muñeca de sesenta centímetros que sabía caminar, el timbre sonó en tres ocasiones. Ninguna de las tres me encontré con el saludo de John.
Me daba vergüenza ir a preguntar a la señora Raftery qué ocurría, y ella no tuvo la bondad de subir a explicármelo.
El jueves siguiente tampoco vino. Girard dijo muy entristecido:
—John debe de habernos abandonado.
Después de una ausencia de dos semanas, durante las cuales no recibí el menor aviso, tuve que empezar a pensar que debía prescindir de él. No sabía qué era lo que tenía que decirles a los niños: algo sobre el bien y el mal, la bondad y la maldad, los hombres y las mujeres. Por fin supe qué era lo que había que decir, y decidí que no tenía por qué ocultarles los errores ni la verdad. ¿Quién sabe? Ellos estaban todavía a tiempo de llegar a tener en esta vida algún amigo mucho mejor que todos cuantos haya podido tener yo. De modo que los metí en cama, me senté en la cocina y me puse a llorar.
Cuando ya estaba a mitad de mi tercera cerveza, y trataba de pensar qué era lo que debía hacer, se me ocurrió la gran idea: presentarme al programa «Hágase rico». Saqué de la caja de los juguetes un papel y un lápiz e hice una lista de todos mis problemas. Para poder presentarse hay que tener problemas. Cuando terminé la lista, hasta Dios se hubiera puesto a llorar si hubiera tenido un minuto para leerla. Al contemplarla empecé a sentirme mejor. Al parecer, para la supervivencia de los mejor dotados lo único que hace falta es tener un motivo para vivir, tanto si es bueno como si es malo o raro.
Grace Paley. Batallas de amor. Traducción de Enrique Hegewicz. Anagrama.

2 comentarios:

Lucas Despadas dijo...

Tiene bastante buena pinta. No conocía a la autora. Me la apunto. :)

caminos que no llevan a ningún sitio dijo...

Es un buen libro de relatos, tiene humor e inteligencia. Un abrazo